lunes, 3 de diciembre de 2012

La menstruación

Por: Óscar Hernán Álvarez García

Por representar la vida de nuestra especie que en su vientre guarda la mujer, la menstruación podría ser un signo bello del feminismo.

Del FEMINISMO con mayúsculas, no del feminismo denigrante, ese feminismo con minúsculas que es la misma cosa que el machismo solo que más refinado, en su afán de destruir a la mujer y con ella a la vida misma...

Mi enfermera me llamó toda angustiada, que hoy no podía venir. Era la primera vez en dos años que llevamos trabajando juntos, que iba a faltar. Y después de dudarlo mucho, yo lo notaba, se atrevió a decírmelo

     Doctor, es que... es me ha venido la regla muy fuerte. Me duele la cabeza, el vientre, casi no me puedo tener de pié, y...

      Por favor no siga, estese tranquila— la corté— tómese el tiempo que quiera, a mí no me puede dar ninguna explicación. ¡NO quiero oírla!
 
A pesar de conocerme estoy seguro que se quedó pensando que estaba molesto

Antes de una hora tenía un ramo de flores en la puerta de su casa y  en algún lugar muy íntimo de su corazón de mujer brotaba una lágrima de agradecimiento.

Y yo, por un segundo, me sentí bien porque siquiera un poquito había tenido la oportunidad de compensar mi vergüenza de pertenecer a una sociedad que actualmente, día a día, le hace tanto daño a la mujer, mi compañera, mi hermana de especie, ¡por Dios! ¡tanta injusticia! 

Pero mi vergüenza era más vergüenza todavía en mi caso, al preguntarme por qué seguía sin hacer nada sabiendo yo la verdad. Y apreté los puños con un odio visceral, al sistema, a las empresas, al feminismo y al machismo, al fin la misma cosa, el mismo producto del demonio, como los políticos baratos, las religiones mal concebidas, la industria, las multinacionales, el consumo.

Y es que en vez de tanta hipocresía, tanta discriminación, en sueldos, en trato, haciéndoles “un favor” por un permiso (como si los gerentes no fueran hijos de mujer), tenía que ser lo más normal del mundo que una mujer, que todas las mujeres, cuando respetan su fisiología, o mejor la vida misma, que es de todos, tengan derecho a vivir su menstruación en paz, sin sacrificar ni un ápice, ni su personalidad, ni el don más precioso del ser humano que a ellas les tocó guardar en su vientre, la vida misma.

Porque una mujer tenga la menstruación nadie debería sentirse afectado, ni siquiera opinar, ni negativamente, ensañándose con ella, ni positivamente mostrándose “comprensivo”. Deberíamos simplemente dejarla hacer, a la mujer, uso del verdadero pilar de lo que debe ser la justicia social, el respeto a la naturaleza, a la vida.

Ah, y ahora, para más INRI, acaba de llegar una paciente que me hace apretar los puños, de cólera, de impotencia, más fuerte todavía, se trata de una campesina de 30 semanas de embarazo con fiebre y anémica, casi desmayada, que la acabo de examinar y se niega a hacer reposo, y menos ir al hospital aludiendo que no puede dejar de recoger naranjas, que si deja de trabajar la echarían de la finca y entonces nadie de su casa comería, y por supuesto lo que menos quería ahora era hacer uso de su permiso de maternidad, esas míseras seis semanas, sagradas para cuando llegase su niño, poder dedicarse a él,  a esa otra labor de mujer, ser madre trabajadora...

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